Una madura la instruye en las corridas faciales
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Desde que recuerda le gustaba verla, la miraba mientras ella hacia cualquier cosa y él solo contemplaba. No sabía por qué lo hacía, pero en cierto modo sentía tranquilidad al tenerla cerca. Querer dormir con ella era uno de sus deseos diarios, aunque no siempre lo conseguía, las veces que lo hacía, no dejaba de disfrutar su rico aroma a mujer mientras se recostaba en sus tetas. Ahora que ya crecieron, su devoción por su hermana mayor sigue latente, adora follar su raja que esta bien apretada y todavía sus tetas se sienten muy bien. Es una zorra divina.