Rubia pecadora se la chupa al sacerdote que le toma la confesión
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Muy convencida iba esa madurita de que iba a echar el polvo de su vida con un chico africano al que acababa de conocer. Por el barrio había oído comentarios de que tenía una polla de un tamaño descomunal y eso fue lo que la impulsó a intentar conocerle. Una vez el chaval dejó ver su monstruoso rabo la guarra tuvo claro que sólo podría metérsela en la boca, nunca en el coño.